martes, 29 de mayo de 2012

Blancanieves, de Tarsem

He llegado a ciertas conclusiones sobre el cine. Entre otras, que un buen final anula o mitiga errores y torpezas hasta el punto de cambiar, a mejor, la opinión sobre una película. También he descubierto que las películas que muestran gente vomitando suelen ser ínfimas o malas, en correspondencia a si el vómito es explícito o no. Por último, y en referencia a la pieza que nos ocupa, el sentido del humor ayuda a sostener la narración. Esta versión del cuento clásico tiene ese sentido del humor que, en armonía y colaboración con el tono y otros elementos como una estructura ágil o la interpretación de la Roberts, por ejemplo, conforma una comedia simpática que sin embargo concluye con un pestilente exabrupto, una excreción propia de la cultura del director que, embridada su manía de "embellecer" hasta el barroquismo sus películas, parece tomarse la revancha con dicha imbecilidad.

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