domingo, 20 de enero de 2013

Los miserables, de Tom Hooper

Si el cine comercial, manufacturado según hilarantes convenciones, puede resultar incómodo de ver, no digamos una película en la que los actores, válgame Cristo, se ponen a cantar para decir "pásame la sal". No más de treinta minutos (y a una velocidad de 2.2) he podido aguantar esta vergonzosa ridiculez en la que, para más inri, sale esa cosa viscosa y repelente de la Hathaway.

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