domingo, 9 de septiembre de 2012

Blancanieves y la leyenda del cazador, de Rupert Sanders

Si existe el cine femenino, es decir, aquel que se ocupa de cuestiones relativas a la mujer, esta podría ser una película representativa... más o menos, pues al fin y al cabo se trata de un producto de entretenimiento, pero me ha parecido interesante extraer alguna conclusión sociológica. Habría que convenir primero en las cualidades femeninas, y, si se me permite, más allá de estúpidas y aburridas discusiones políticas de ínfimo calado intelectual como la de la separación de los sexos en la escuela (la ciencia da la razón a los segregacionistas), mencionaré dos aspectos simbólicos adecuados a este caso: belleza y fertilidad. Y quién mejor para representar la belleza que Charlize Theron.

La película, como objeto "artístico", apenas merece reproches, entre otros la chapucera transformación de William en Ravenna y el "homenaje" a la muerte de Ártax. Queda pues una entretenida historieta, enriquecida por la ingeniosa aparición de los siete enanos, un alarde de planificación para reducir al tamaño apropiado a actores no precisamente diminutos, y atravesada por la metáfora del conflicto entre Ravenna y Blancanieves.

Ravenna es un monstruo obsesionado por la conservación de la juventud y la belleza en un contexto de paisajes truculentos y personajes sombríos, desalmados, sin más vínculos humanos que su hermano -un mero sirviente, un perro-. En oposición, Blancanieves es la personificación de la fertilidad que acabará por destruir a Ravenna, lo que libera al reino pero la atrapa bajo la carga de honor de hacer justicia y asumir su responsabilidad como reina, desprovista también de vínculos sentimentales. La película no termina con el previsible beso entre "Thor" y "Bella", sino con una mirada acaso de renuncia al incipiente romance pues el peso de la corona ya recae sobre la cabeza de aquella. Pareciera que el argumento de la película es la simplona afirmación, que nos llevaría a un encarnizado debate impropio de este ámbito, de que una mujer no puede ser poderosa (es decir, fértil, productiva en el sentido "social" de la palabra) si no es renunciando a su belleza, pero no creo que fuese intención de los guionistas (curiosamente todos hombres, así como los montadores).

1 comentario:

Calvanki dijo...

yo me queo con la bruja!!!