Invasor, de Daniel Calparsoro, es una tediosa y por momentos hilarante película de acción de esas que a los estadounidenses les salen tan bien y tan verosímiles. No hay razón alguna, sin embargo, para pensar que el cine español no puede construir una historia de intriga ambientada en la guerra de Irak, pero estaría bien que se hiciera sin seguir a pies juntillas las convenciones del género (Elejalde hace lo que puede para dar un toque natural al asunto) y con más autonomía creativa. El argumento lo agradecería.
Excelente ejemplo del cine ruso por la sobriedad en la puesta en escena, el tempo y la planificación austera, En la niebla, de Serguéi Loznitsa, ilustra la capacidad del ser humano de convertirse en una mala bestia, en este caso, durante la Segunda Guerra Mundial en Bielorrusia, donde algunos nativos, con tal de librarse del diablo (los rusos) se alían con el demonio (los alemanes), e identificados con un significativo brazalete ("Al servicio de la Wehrmacht alemana") forman una policía que persigue a todo irreductible que se les ponga por delante. Los siempre molestos flash backs, la sobrecarga estructural y la parsimonia narrativa deslucen una impecable pieza en el aspecto formal.
Cierro la jornada con una cosita francesa sobre una jovencita que de ninguna manera quiere ser madre; La ramita, de Emmanuelle Millet. Algo inverosímil pero dotada de ritmo, eso hay que reconocérselo a los gabachos, se deja ver con más indiferencia de la que el asunto podría generar.
1 comentario:
Por cierto, que a la sesión de Invasor asistieron Carlos Heredero (ya está el abuelo con los recuerdos de la Ecam) y el director de Juventud desperdiciada, quien no dejó de juguetear con el móvil y se fue antes de que terminara la película, igual porque no la pusieron con subtítulos en inglés (qué menos, señor director gafapastas). Y tengo que decirlo, Luis Zahera (los dos minutos que sale en Invasor), como siempre, tremendo.
Publicar un comentario