viernes, 9 de noviembre de 2012

Festival de Cine Europeo de Sevilla

Por afinidad paisana, y porque el programa del festival no me ofrecía nada mejor que llevarme a los ojos, he iniciado jornada con una remesa de cortometrajes entre los que se incluía Hasta que la muerte nos separe, de Julián Lara, que resulta ser una broma gamberra sin pies ni cabeza marca de la casa y así hay que tomársela, pero no puedo dejar de hacer un par de observaciones so pena de meterme en líos con allegados y fanáticos del alcalareño, que los hay, y es que el paso por una escuela de cine en la capital mundial del negocio peliculero no parece haber producido ningún efecto en las maneras del cineasta patrio, antes al contrario, encuentro la dirección de actores, el tempo y la puesta en escena atropellados, igual que en los cortometrajes previos a su emigración. Incluso el sonido o el maquillaje son chapuceros. Eso sí, la fotografía de Aguirresarobe es impecable.
También de justicia es destacar Hambre, otro de los cortos proyectados.

Vaya por delante que la mejor película con Viena de protagonista escénico la hizo Richard Linklater y se llama Antes del amanecer. Horas de museo, de Jem Cohen, es apenas un fotorreportaje de la ciudad austriaca con un inserto muy interesante sobre la pintura de Brueghel el Viejo. Un documental como Dios manda sobre el pintor flamenco habría sido infinitamente más divertido. Lo demás es tedio.

1 comentario:

Calvanki dijo...

jeje, me da a mi que sobreestimas el efecto de las escuelas de cine en el meollo del cine, jeje. Julian es un artista!!!