viernes, 1 de febrero de 2013

Lincoln, de Steven Spielberg

Spielberg, viejo zorro, sabe bien en qué llaga meter el dedo para forzar la maquinaria lacrimógena, pero tanto truco emocional, por no mencionar los jueguecitos simbólicos por momentos hilarantes, no alivia el farragoso guión ni lustra la mediocre interpretación de Lewis, al que obliga a posar como pétrea figura en imitación a la imagen que la escultura ha legado a los estadounidenses. Aquí, me temo, sabemos de Lincoln lo mismo que de Prim (al menos yo, mea culpa).

No hay comentarios: